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Economía rumbo a economía verde

Economía rumbo a economía verde

Economía marrón rumbo a economía verde

El mercado de las nuevas tecnologías para la mejora energética y la sostenibilidad se sitúa actualmente en el centro estratégico para cumplir con los objetivos contemplados en el Paquete de Clima y Energía de la Comisión Europea, en este sentido el Internet de las Cosas (IoT) es un aliado en la búsqueda por pasar de ser meros consumidores de energía a generar electricidad verde y compartirla a través del Internet de la energía.

Con mayor o menor acierto, se asocia el bienestar al incremento de la renta y del consumo energético per cápita ya que el consumo energético está estrechamente ligado al desarrollo de un país, Ante la elevación de consumo energético y el desarrollo económico de superpotencias emergentes como China e India, ¿Cómo se puede reducir el impacto negativo del uso de la energía sin reducir el consumo y sin que el mercado no se vea afectado? Pará Jeremy Rifkin, presidente de la Fundación de Tendencias Económicas con sede en Washington, la respuesta está en promover una economía sostenible post-carbono, un cambio de paradigma para el que es necesario el desarrollo de nuevas tecnologías de la comunicación, nuevas fuentes de energía (los biohidrocarburos y el hidrógeno, en lugar del carbón) y nuevos medios de transporte. Rifkin ve en las tecnologías como el Internet de las Cosas (Internet of Things, IoT) un aliado para empoderar las personas, familias, empresas o comunidades de diversa índole, de modo que pasen de ser meros consumidores de energía a generar electricidad verde y compartirla a través del Internet de la energía. En realidad, Jeremy Rifkin introduce el concepto de Smart Grid, que se refiere a las redes eléctricas inteligentes. A diferencia de la red actual en la que la electricidad va en un solo sentido, en este otro caso es bidireccional.

Esto es lo que permite que la red distribuya la electricidad pero, también, que los clientes puedan incluir en la red la energía que producen. Las ventajas son muchas. La red inteligente puede detectar cualquier avería en el mínimo tiempo y reconducir la energía hacia puntos críticos que no pueden quedarse sin suministro, por ejemplo, centros de gestión de emergencias. El cliente puede gestionar el consumo en función de la información continua que recibe, lo cual puede incrementar el ahorro. A nivel de las ciudades, la instalación de herramientas como los telecontadores permite ajustar la producción de energía a las necesidades reales.

La distribución es más eficaz, según los picos de demanda. Además, las redes inteligentes contribuyen a la sostenibilidad ambiental, al integrar la generación distribuida de fuentes renovables y facilitar el despliegue de una infraestructura que permita la recarga del parque automovilístico eléctrico.